viernes, noviembre 19



UN FUTURO LLENO DE RIDICULEZ

No hay caso. Pobre cabra shica que protagoniza esta historia.

Un buen día, digamos un domingo, iba caminando junto a mi Pap´s cuando de pronto vimos que una cabra chica de 5 años, escapaba rápidamente de su abuela en cualquier dirección. Conducta por lo general muy asociable a cualquier infante de esa edad.

El riesgo de accidente si la niña seguía corriendo era alto. Ya que por la calle Carmen, sitio del incidente, pasa el gran recorrido 204 que no se anda con chicas y tiene puros buses oruga en su flota. Si la niña no era alcanzada por su abuela, seguramente iba a poder escapar y termiinar bajo un chasis poco amigable.

Pero a pesar de todo esto no fue tan traumante como lo que vino después. Claro, porque la abuela, desesperada como buena aburla que quiere a su nieta grita desesperadamente su nombre:

- ¡¡NÉMEEEEEEEEEEEEEEESIIIIIIIIIS!!

Y vaya. No sabía si reír o llorar. ¿La familia no cacha lo que significa ese nombre? A la cabra la van a fastidiar de por vida por cómo se llama y seguramente nadie en la vida querrá ser ni su amiga ni su novio. No, ni cagando.

Lo mejor que puede hacer su familia, es ir, desde ya, a hacer la fila al registro civil para tener listo el lugar el día en que Némesis quiera cambiarse el nombre a, digamos Petronilax o Lady Gaga.

más info en

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sábado, noviembre 6


EN DESACUERDO CON EL MAPUDUNGÚN

Creo que esta historia le ha pasado a mucha gente. Y si no es mucha, al menos le ha pasado a mi gran amigo ManuPrado.
Resulta que en una sala oscura, iluminada apenas por un xenon de miles de watts de potencia, vimos cómo nuestra infancia crecía y pasaba de moda a vista y paciencia de clásicos del cine que lo pendejos de hoy en día, apenas verán en Blu-ray.

Cómo olvidar clásicos como "La punta en la piedra", "Blanca nieves y los 7 sub-normales" o "Súper Ratón". Películas que en su momento fueron DE LO MÁS QUE HAY (al menos para mí lo siguen siendo) y que ahora permanecen ocultas debajo de layers de polvo y excremento digital.

Una historia que se escribió durante varios domingos  de mi infancia en esa sala oscura. La sala del CINE HUELÉN.

Y aquí viene la paradoja: puta, de ese cine guardo los mejores recuerdos de mi infancia. Esa infancia donde no me compraban cabritas porque eran muy caras pero donde sí llevaba un queque envuelto en servilletas y fanta en botellas de Salbutamol.
Ese Cine, el Huelén, es para mí un sinónimo de grandes momentos que lamentablemente hoy están clausurados a la infancia por falta de lucas o no sé qué. Era una gran sala hedionda a butaca de cuerina y semi-oscura adornada apenas con un reloj de punteros. Esa sala que hoy permanece lejos de las luces del 3D o de los neo clásicos de Pixar.

Una sala que ya no existe. Una sala a la que le guardo un cariño profundo por todas las cosas que me enseñó, sin saber siquiera que las estaba aprendiendo. Una sala que ahora no es más que nostalgia y que debe su nombre a un significado mapudungún extra-curioso:  

HUELÉN = LUGAR DONDE OCURREN LAS COSAS MALAS. ¿?


Curiosamente, todos los cabros chicos
que fuimos a ese cine, lo recordamos como
EL LUGAR DONDE OCURREN LAS COSAS BUENAS.

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