PENELOPE HAY UNA SOLA
Deslizaba sagazmente mis Vans Old School por las baldosas de un concurrido mall, cuando, entre esquivar y esquivar viejas o cabros chicos, me encontré de frente y muy de cerca con una linda chica de la TV local. Pensé: "mira que tengo cuea..."
Antes, ella me gustaba porque algunos la llamaban "la doble chilena de Penélope Cruz" y al compartir de alguna manera esa opinión, caí en el juego. Me convertí en admirador de Rita Cox por su parecido a la bella Penélope. Eso hasta hoy.
Fueron buenos momentos. La tuve tan cerca que incluso podía oler su perfume de frambuesas en la piel y el limón-mentolado de su cabello. Eso, parecía un encuentro mágico e imborrable, fue bueno hasta que se cumplió el segundo 3 de un total de 4 que duró nuestro idilio. Ahí les va:
18:48:00 La ví a escazos cuarenta centímetros. Su estatura es perfecta y el resto de su humanidad no lo podré comentar porque se encontraba cubierto. Sentía su perfume.
18:48:01 Ya había confirmado que era Rita Cox (La doble Chilena de Penélope Cruz). Confirmaba también lo parecidas que son. Si... en realidad te pareces, Rita.
18:48:02 Ella me mira, pero claramente no le importó que yo estuviera ahí. Seguí insistiendo en que lo nuestro podría funcionar y la miraba con más vehemencia. Ella no atendía.
---- Ahora viene lo malo ---
18:48:03 Se lanza un bostezo de esos que califican como terribles. Detallando la horrorosa situación, sería algo así: 1) Boca abierta como para empinarse un UltraBigMac de 3/4 de libra con extra queso, extra pan y cinco haburgesas demás. 2) Baba (con hilachas de baba), como la que sólo Munra ha sido capaz de tener en esta vida y en las anteriores. 3) Un grito que debe haber despertado hasta a los pobres pingüinos recién nacidos en el polo sur.
Esto último pasó mientras sólo yo la miraba y, por alá, que haya sido involuntario.
Fueron los cuatro segundos de amor más tristes de la vida. Pero no en la de ella. Por lo demás, se acabó mi admiración hacia Rita porque en realidad no creo que Penélope haya sido capaz de hacerme eso.
Ahora, no me queda otra que esperar que cuando me encuentre con Tonka Tomicic, no haya comido algo muy meteórico.
Me fascina Ripley
.
.